Miguel Tirado Rasso
En esto del proceso electoral para la
sucesión presidencial, la Cuarta
Transformación ha impuesto su estilo y sus
tiempos, para no ser igual a los de la época del
“conservadurismo-neoliberal,” aunque esto
signifique una interpretación muy a modo de la ley,
rayando en la violación.
Amparados en el clásico “no me salgan con que la ley es la ley”, las corcholatas de la 4T están desbordadas en la comisión de actos anticipados de campaña en su carrera hacia la silla presidencial, con absoluta impunidad. Con la venia de Palacio Nacional, poco les preocupa que la ley electoral contemple severas sanciones a quiénes se les queman las habas por obtener el beneficio del dedazo presidencial. Y es que, la pena para quién incurra en actos anticipados de campaña puede llegar hasta la negativa de su registro como precandidato (Art. 226, frac 3).
En esto del proceso electoral para la sucesión presidencial, la Cuarta Transformación ha impuesto su estilo y sus tiempos, para no ser igual a los de la época del “conservadurismo-neoliberal”, aunque esto signifique una interpretación muy a modo de la ley, rayando en su violación. Porque los preceptos contenidos en la legislación electoral que ahora se pretende reformar, y que imponen rígidas limitaciones a las conductas de los aspirantes a cargos de elección popular, no tienen otro origen que las reformas que, en el pasado, lograron imponer, los de Morena y sus antecesores, en debates y negociaciones con el correspondiente partido en el gobierno, cuando eran oposición y reclamaban piso parejo. Ahora que son partido en el poder, ya no les gustan. Las consideran excesivas y, como no les conviene, buscan modificarlas.
Al Instituto Nacional Electoral le compete cuidar que la ley, al parecer todavía vigente, que establece equidad en la competencia, se respete y se acate. Como autoridad, le toca la parte difícil y poco apreciada de señalar las infracciones y aplicar las sanciones correspondientes. Algo complicado en tiempos de la 4T, porque cualquier observación o sanción de la autoridad en contra de Morena, la consideran como una agresión o boicot al proyecto de la 4 T. Como un ataque al partido en el gobierno y, desde luego, descalifican a la autoridad, acusándola de parcial, de enemiga y de estar en connivencia con los partidos de oposición.
Su estrategia del escándalo, cada vez que el INE, su odiado enemigo, les llama la atención, ha funcionado y, aunque son evidentes las violaciones que las corcholatas están cometiendo cotidianamente en su afán por darse a conocer a nivel nacional, la autoridad ha sido tolerante, permitiéndoles conductas francamente infractoras. El pasado mes de diciembre, en diversos puntos del país, aparecieron bardas, lonas y carteleras con el texto “Es Claudia”. El eslogan que utiliza la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, para promover su precandidatura.
Ante este desplante, el INE conminó a la funcionaria a respetar la ley y suspender esa promoción. Y, si bien, estos actos de propaganda anticipada constituían una evidente violación a la ley, la aspirante acusó a la autoridad de antidemocrática, autoritaria, conservadora, de tratar de imponer la ley de la mordaza y de atentar contra la libertad de expresión ciudadana. Repitiendo, casi textual, la descalificación que, previamente, había hecho su jefe y promotor, sobre el tema.
El secretario de Gobernación, Adán Augusto López, por su parte, incursiona también en la colocación de su eslogan en muros, lonas, publicidad móvil y en donde se pueda. “Que siga López. Estamos A gusto.” Es la frase, con juego de nombres, que identifica su campaña. Recientemente circularon videos en TikTok de tres futbolistas en los que expresan su apoyo al secretario de Gobernación, que luego, alguno, aclaró que no lo conoce.
La tercera corcholata, Marcelo Ebrard, se promueve en videos y el reparto de muñecos de peluche con su imagen. Ricardo Monreal, el aspirante desobediente que parece retornado al huacal moreno, promueve sus libros y asiste a informes de sus colegas senadores, lo que le permite recorrer diversas entidades del país. Todos aprovechan sus cargos para justificar giras, video conferencias, entrevistas y declaraciones en las que procuran cuidar su lenguaje y evitar hacer alusión a su pretensión política electoral.
Pero a raíz de que la competencia interna en Morena muestra ciertos desequilibrios en las preferencias, el reclamo de piso parejo de parte de quienes se perciben no tan cerca del ánimo del gran elector, ha obligado a destapar el juego, con declaraciones del dirigente de Morena, Mario Delgado, quien públicamente pidió a los gobernadores que ¡promuevan pasarelas de las corcholatas! Eso sí, en condiciones de igualdad, “para que el pueblo esté informado y cuando llegue el momento decida a través de las encuestas”.
Esto es, el dirigente del partido en el gobierno ha dado oficialmente el banderazo de arranque a las precampañas de sus aspirantes presidenciales, que llevan ya dos años promoviéndose. Algo expresamente prohibido por la ley que quieren echar abajo. Por eso les urge la aprobación del plan B, que ya no incluye estas limitaciones y permite hacer campañas sin restricción alguna.
Que el piso parejo opere, pero solo entre los de Morena, aprovechando todo el aparato y los recursos del gobierno en sus campañas, como en los mejores tiempos del partido casi único, y que los de la oposición se quejen y se las arreglen como puedan, porque ellos no, son como los de antes. Así, la cuarta transformación.
Febrero 8 de 2023
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