Carla Valdez
Bacalar no solo es laguna, también es selva alta, media y baja, estamos rodeados de ella y viviendo en la selva es inevitable convivir con la naturaleza especialmente con la fauna del lugar.
Constantemente las personas se encuentran animalitos heridos, aves que se caen de su nido o crías que perdieron a su mamá. Como aun no tenemos un centro especializado en el rescate, rehabilitación y liberación de la fauna silvestre, varias personas de la comunidad ayudamos cuando se requiere, ya sea dando consejos a los custodios temporales de algún animalito o para recibir a los que encuentran, pero no pueden cuidar.
Afortunadamente tenemos el apoyo y orientación de expertos en el tema que se unieron a nuestra red ciudadana Amor por Bacalar.
En lo personal, en este bello pedacito de paraíso, revivo los recuerdos de mi infancia donde mi papá -siendo biólogo y trabajando en el campo- nos enseñó a ayudar a los animales para rehabilitarlos y liberarlos de nuevo a la naturaleza. Crecí con las enseñanzas de respeto y cuidado a la vida de plantas y animales, a ser empática.
Esta semana me llegó un regalo de la selva, un hermoso tecolote enano al que sus rescatistas llamaron Bruno. Llegó a mí, mojado y apestoso pues las recientes lluvias y fuertes vientos seguro lo tumbaron de su nido, por suerte en esos momentos un experto en aves me proporcionó su ayuda, dándome indicaciones de cómo cuidarlo y me aseguró que ya le faltaba poco para volar, escuché emocionada y atenta para hacer mi mejor papel de nodriza.
Bruno llegó a mí en un momento especial pues estoy a pocos días de mi cumpleaños 41; sus ojos grandes y profundos, el hermoso patrón de sus plumas, su personalidad imponente en un cuerpo tan pequeñito, me han hecho reflexionar y recordar muchas cosas.
Hace justo 11 años, tuve la oportunidad de rescatar a una cría de tecolote y para mí fue muy mágico, pues en mi filosofía de vida está la creencia del misticismo de estos animales; mi abuelita decía que el tecolote le avisaba cuando algo malo estaba por ocurrir y así ella tenía la oportunidad de prepararse para el suceso, después de todo hay cosas que no se pueden evitar y solo queda poner lo mejor de ti para aprender de la situación.
Crecí también con la creencia de que los tecolotes son aliados de las personas intuitivas que se abren al lenguaje místico de la madre naturaleza.
Mi reflexión al respecto, mientras algunas tuvimos la oportunidad de formarnos en la cultura del cuidado y respeto al medio ambiente, así como también creencias positivas sobre el misticismo de la naturaleza, otras personas crecieron con una profunda desconexión y el miedo a la magia natural. Un claro ejemplo de esto es el antiguo dicho mexicano “cuando el tecolote canta, el indio muere", haciendo responsables a estos magníficos seres de mala suerte y desgracias. Tristemente aún hay mucha gente que piensa así y los asesinan por creencias erróneas.
Hoy por hoy, mi nuevo amigo Bruno se ha convertido en una inspiración más para seguir mi compromiso de impulsar -junto con la red ciudadana- el ecoturismo en nuestro pueblo mágico, una sociedad sana sustentable, con respeto y en armonía con el medio ambiente.
El tecolotito enano pronto volará y regresará a donde pertenece. Cuando eso suceda, mi corazón no será el mismo, pues ha sido tocado por las experiencias que Bruno me trajo; estará lleno de alegría por ver volar a este magnífico ser y lo extrañaré.
Si tu compartes el amor por la naturaleza y quieres ayudar únete a nosotros, búscanos en redes y pon tu granito de arena y comparte tu Amor por Bacalar.
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