Por José Manuel Rueda Smithers
“-La tecnología avanza con la intención, de ayudar al hombre a crear un mundo mejor…
-Un mundo con más facilidades, pero está acabando con las relaciones sociales,
-La tecnología ha reemplazado, la interacción social, del ser humano”.
Fragmento del poema Esclavos de la Tecnología, de Manuel Padrón.
Saber de tecnología, también es una forma de hacerse de la cultura moderna que tanto requiere ahora nuestra sociedad. Aprendí que en el “hoy, aquí”, es real para los jóvenes que leen mucho los mensajes electrónicos y van dejando pasar los libros físicos, como una forma de adaptarse a su entorno y estar activos en sus círculos inmediatos. Nuestros textos deben ser más cortos y directos, si queremos ser leídos.
Dentro de los problemas que los países desarrollados enfrentan en la ya imparable realidad, está precisamente el cómo usar la tecnología en beneficio de la gente a la que deben servir, la población a la que todos los gobiernos deberían dedicar sus esfuerzos. Es una cultura impar, cada vez más ambiciosa y directa.
Hace unos días el portal sdpnoticias.com, publicó un artículo del académico regiomontano Javier Treviño, en el que sugiere a los políticos actuales -sin importar su edad y la generación a la que representan- que en sus “planes prioricen la contratación y el despliegue de tecnólogos que aporten experiencia y ética al trabajo de interés público”.
Hay en el mundo un nuevo campo de investigación, análisis y propuesta que busca mitigar las dinámicas fallidas de la tecnocracia tecnológica. “Es pensar de manera proactiva sobre cómo construir una tecnología que proteja y promueva los derechos de los ciudadanos”, dice.
Treviño nos cuenta de la existencia de una red de 36 instituciones de educación superior llamada Red de Universidades de Tecnología de Interés Público que está capacitando a ingenieros e informáticos para que aporten un impacto social a su trabajo.
En la nota de sdpnoticias.com, se informó de un nuevo laboratorio, en el que colaboran profesores de Harvard con esa Red de Universidades.
Y la pregunta surge: ¿Por qué no difundimos más este tipo de esfuerzos?
Por que nos da miedo el conocimiento, por eso.
Y buscando más sobre esta Red de Universidades, encontré un trabajo sobre el que hace meses ANCOP ya había informado respecto de lo que hace la Universidad de Harvard en ese laboratorio enfocado exclusivamente al estudio para garantizar que la tecnología sirva al interés público. Treviño lo expresa perfectamente:
“En los países desarrollados, una de las preocupaciones principales se ha concentrado en cómo la tecnología los podría estar dañando (hablan de ataques a la privacidad, divisiones sociales, prejuicios raciales) … y descubrir cómo la tecnología puede servir mejor a los ciudadanos y a la sociedad”.
Como parte del Centro Shorenstein de Medios, Política y Políticas Públicas de la Escuela Kennedy de Harvard -con la Fundación Ford detrás- con 3 millones de dólares en su inicio, el “Laboratorio de Tecnología de Interés Público”, reúne a profesores y estudiantes de todo Harvard para identificar tecnologías que sirvan a los intereses de los ciudadanos.
Y retomo los objetivos de este trabajo, que lleva la visión de un mejor futuro para ciudades, comunidades y países, para influir en regulaciones gubernamentales y ha llevado a empresas de tecnología como Facebook y Airbnb a cambiar algunas de sus prácticas:
I. Crear, desarrollar y proporcionar tecnologías de interés público.
II. Habilitar la investigación.
III. Proporcionar formas de compartir conocimientos sobre tecnología de interés público entre instituciones y disciplinas.
Todo ese esfuerzo, para fomentar que la tecnología sirva a las personas sin distinción.
Multicitada en miles de escritos, la directora del laboratorio Latanya Sweeney recalca -una y otra vez- que “el diseño de tecnología es el nuevo formulador de políticas públicas”.
Ya para terminar, suscribo lo escrito por Javier Treviño: “Los gobiernos no pueden quedarse mirando, ni retrasar la comprensión y regulación de la tecnología. La tecnología de interés público es un camino para que la innovación promueva la justicia. “Colaboración” es el nombre del juego”.
Conste, Javier: si vas a participar en el gobierno de Monterrey (con el nuevo alcalde), tendrás que aplicarte mucho y difundirlo como debe ser porque, eso sí será una buena manera de hablar de eficiencia.
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